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HISTORIAS DEL MIO - PARTE II (EL PUESTO)

Una noche como cualquiera, con el estrés y cansancio que genera abordar el MIO a la famosa hora pico de las 6PM, mi intento por asilarme del entorno cercano intentando escuchar algo de música fue trasgredido por una discusión que se presentó en el sistema que intenta alienarme con el comentario “El mío es tuyo…”.


Un señor nobles intenciones, pero con poco tacto grita como ya es costumbre “Un puesto para la señora que tiene un niño…” mirando alrededor me encuentro con que solamente habían mujeres en esa zona y uno de los escasos hombres que se encontraba lejos de la escena fue el damnificado (cabe aclarar que uno asume que cerca de la persona debe haber un puesto y no le toca avanzar más de 5 sillas de distancia en el MIO). Pero en esta ocasión ocurrió algo muy extraño (por lo menos no lo había visto antes) fue la señora quien personalmente le pidió el puesto al caballero, a lo cual el entrego sin chistar su silla.


Pero al parecer el inconveniente no se resolvía solo con ceder el puesto a la señora, porque el señor al cual le llamaremos pregonero de Mío continuó lanzando palabras acusadoras a otro señor que al parecer dormía (estrategia muy utilizada para no ceder el puesto) “cuando toca dar el puesto ahí si se hacen los dormidos” Este último personaje contesto airado después de la repetida insistencia de pregonero, que realmente estaba dormido y que lo hacía porque le dolía la cabeza y que si era necesario le cedía el puesto. Esto genero una voz de apoyo por otro lado y algo de debate que no llego a más.


Pese a las adversidades el Sistema de transporte masivo ha logrado generar una conciencia ciudadana en torno a lo cívico, pues cada vez más personas ceden el puesto y caminan de manera ordenada dejando salir primero, entre otras cosas, pero realmente me parece importante analizar dos factores de este suceso: 


En primer lugar la posibilidad /obligación de ceder el puesto a una persona que lo necesita. Si bien es cierto que todos deberíamos hacerlo, sigue siendo una posibilidad que depende de mi decisión hacerlo o no (alguno me llamará anti-cívico) y eso parte de unos preceptos morales que no son los mismos para cada uno de nosotros. Partiendo del principio de respeto, la estrategia de ridiculizar o llamar a la atención a una persona por no hacerlo no es una opción válida.


Por otro lado algo que me parece más controversial es la posición de las mujeres en un bus, pues al parecer la obligación aplica solo cuando se cuenta con el cromosoma Y. Cualquiera de las mujeres pudo haberlo cedido como lo he visto en ocasiones, pero resultaba más fácil y cómodo esperar que aparezca el caballero. Esto conlleva a otra pregunta ¿Si no hubiesen nombres en el bus, se sentaría la señora? Otro caso que me viene a la cabeza es cuando un hombre está de pie y lleva maletas u otros objetos pesados o molestos y la mujer sentada solo observa, ¿Qué pasaría si el solo observara mientras ella lleva la maleta?

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